La literatura en la era digital representa una evolución notable de una tradición milenaria, afectando la creación, distribución, y recepción de obras literarias. Este cambio ha sido impulsado por el internet, que ofrece un nuevo ecosistema para autores y lectores, democratizando la producción literaria y permitiendo una mayor interacción entre escritores y su audiencia. La autopublicación en interfaces como Amazon o Lulu ha eliminado mediadores, dando permiso a los autores un control total sobre sus obras, desde su elaboración hasta su distribución y venta. No obstante, este acceso mucho más amplio asimismo conlleva desafíos, como la contrariedad para resaltar entre la creciente oferta de contenidos y el peligro de desinformación o plagio.
La creación de literatura digital, que incluye géneros como la hiperficción y la hiperpoesía, da novedosas maneras de experimentación narrativa, utilizando las opciones interactivas y multimedia del formato digital. Este enfoque generó discusiones sobre la definición de literatura y los criterios que determinan su valor literario en el contexto digital.
Además de esto, la digitalización ha transformado la manera en que leemos, con dispositivos electrónicos que dan diversas plataformas para el consumo de textos. Aunque los e-books no han sustituido absolutamente a los impresos, han cambiado el proceso creativo y la manera en que se distribuye y recibe la información. Esta transición también afectó los hábitos de lectura, donde la constante exposición a pantallas y la lectura fragmentada en dispositivos digitales tienen la posibilidad de influir en nuestra capacidad para concentrarnos en textos largos y complejos. No obstante, la era digital también ha fomentado el surgimiento de comunidades lectoras y escritoras online, donde se distribuyen y discuten textos, creando un nuevo ingrediente popular y creativo en la experiencia literaria.
Resumiendo, la literatura en la era digital marca un punto de inflexión en la historia literaria, abriendo un sinfín de opciones para la experimentación narrativa y la interacción entre autores y lectores, si bien también presenta retos que han de ser navegados con cuidado. La coexistencia de lo impreso y lo digital sugiere una complementariedad mucho más que una exclusión recíproca, en la que las dos formas pueden enriquecer la experiencia literaria.